“La teología feminista con su interpretación del cuerpo humano físico como absolutamente central en el “círculo hermenéutico” se mueve más allá de las grandes corrientes de la teología de la liberación de América Latina (…) todo análisis de las situaciones sociales en las que vivimos, todas las criticas de las tradiciones que compartimos y las construcciones de afirmaciones teológicas (los cuatro “puntos” del círculo de Segundo) se han hecho en relación con cómo experimentamos, sentimos, pensamos y vivimos como cuerpos.”
Elizabeth Moltamann-Wendel, Libro «I am my Body»
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Ser cuerpos
Como afirma Elizabeth Moltmann-Wendel en su libro “I am my Body” el dualismo occidental ha dividido cuerpo y espíritu, cuerpo y alma, y no nos ha permitido establecer una relación amorosa con nuestro cuerpo.
Lo que confirma nuestra existencia es que no tenemos un cuerpo nuestro, somos cuerpo. Así que, mi cuerpo es mi propia presencia, es lo que confirma mi existencia.
Por lo tanto, la primera afirmación que podemos hacer es que mi cuerpo es presencia. Y porque es presencia es también la expresión de mi interioridad. Siempre anteponemos el pronombre personal al verbo -yo miro, yo estudio. No es el ojo que ve- “yo veo”. De manera que, en la palabra, en la acción, yo estoy presente.
Y este cuerpo que es presencia me ayuda como persona a establecer relación con otros y otras, confirmando así nuestra identidad a través de los procesos de socialización.
“Somos cuerpo, y es en nuestros cuerpos donde vivimos el dolor, la alegría, el abuso, la violencia, el hambre y el placer; el cuerpo es nuestro lugar de bendición y maldición. Participamos en el movimiento social como cuerpos: formando parte y queriendo transformar este cuerpo social, nos encontramos en la comunidad, en la iglesia- el cuerpo de Cristo-como cuerpos, compartiendo un cuerpo de creencias acerca de la vida, la muerte y la resurrección de los cuerpos: el sistema económico negocia con los cuerpos, la cultura los moldea y las políticas afectan su crecimiento o deciden su exclusión”
Ute Seibert, “Hacer Teología Feminista: entre el Cuerpo y la Palabra” en Teología con Rostro de Mujer,
Por eso es importante para nosotros adentrarnos en este proceso ético teológico que valora nuestros cuerpos y relee la tradición cristiana desde esa perspectiva.
Nuestra corporalidad -el cuerpo presencia- “soma”, cuyo significado es carne, posibilita la relación de nuestro yo con el tú de la otra o el otro. Es la unidad concreta y completa del ser humano junto al espíritu.
La corporeidad es el espacio de vida, de lucha y de muerte. Es cuando nos reapropiamos de nuestro ser, e intentamos vivir en forma creativa. Es el crecimiento de la intimidad, de la propia interioridad. O sea, es la relación del ser humano con todas las cosas y la creación. Podemos, pues desarrollar ese espacio de vida tomando posesión de nuestro cuerpo, caminando con dignidad y no derrumbándonos bajo el peso de la vida, sin las expresiones de gozo de nuestra corporalidad -la danza, el abrazo, el beso, el apretón de mano, la risa, el llanto- todas las formas originales de la comunicación humana.
En el libro “Gracia, Cruz y Esperanza” publicado por el CLAI, Elsa Támez vincula la “dignidad humana” con la “Gracia de Dios”. Elsa cita al biblista Käseman quien habla de la Gracia de Dios como “poder escatológico”. Es por eso que nuestra corporeidad se fortalece al “sentirnos dignos con esa flama interna llamada gracia que no solo vivifica sino que da fuerza para caminar con dignidad y resistir la adversidad que niega el don de la dignidad”1
Esto significa no arrastrar nuestros cuerpos sino levantarnos como la mujer encorvada y vivir con la certeza de que “vale la pena vivir” como dice el canto que siempre entonamos en nuestras capillas.
Por todo esto siempre debemos movernos con pasión y compasión entre estos dos actos de la vida de nuestros cuerpos, nacer y morir sin frustraciones y sin miedo de nosotros mismos o de otras y otros.
Esta será la fuerza que nos impulsará a crear, a hacer surgir de lo que no era, lo que es; de lo que no tiene forma, la forma; del caos, la armonía.
Tenemos que movernos en el concepto del cuerpo como el gran olvidado, al cuerpo como punto de partida de la teología, como afirma la teóloga Ivone Gebara.
Hacer de nuestros cuerpos un medio y no un fin, el medio que permite , incluso, en momentos de flaqueza, el acto moral de la reconciliación, como dinámica existencial para con nuestros semejantes y con nuestro Creador.
El cuerpo en la Biblia
He vuelto a releer en estos días ese pequeño librito casi perdido en nuestras bibliotecas de John A. T. Robinson, “The Body: A Study in Pauline Theology” publicado en 1957.
Robinson afirma que la “teología del cuerpo” es característica en Pablo.
Es interesante también constatar que el pensamiento hebreo coincide con la teología feminista. En el sentido hebreo el ser humano no tiene un cuerpo, es un cuerpo.
Sin embargo la palabra “soma” (cuerpo) que es característica de Pablo no tiene ningún trasfondo en el Antiguo Testamento. Los hebreos no tienen un término para cuerpo.
En la Septuagita la palabra “soma” es traducida en 11 o 13 palabras de la lengua hebrea.
Con la excepción de la Doctrina de Dios, todas las doctrinas antropológicas, el pecado, la encarnación, la redención, la Iglesia, los sacramentos, la santificación y la escatología reflejan los diferentes sentidos de esta palabra “cuerpo” en el pensamiento de Pablo.
En su teología, Pablo afirma que el cuerpo es hecho por Dios y para Dios y que la solidaridad es la estructura divinamente ordenada para la vida personal.
La palabra “basar” es usada en el Antiguo Testamento no como “cuerpo”, sino como “carne” y se traduce en la Septuagita como “sarx”.
En la antropología paulina “carne” y “cuerpo” representan el original hebreo.
Pablo desarrolló los términos “pneuma” (espíritu), “carne” (sarx) y “cuerpo” (soma).
El sentido primario en Pablo es la unidad del cuerpo-carne y espíritu.
El cuerpo es templo del Espíritu Santo. De manera que, cualquier de manifestación de violencia contra el cuerpo es contra Dios y su Santo Espíritu y es así mismo violencia contra la Trinidad.
La presencia del Espíritu Santo en la existencia corporal es precisamente la afirmación que hace Dios del cuerpo.
En la antropología bíblica no se puede concebir la vida sin el cuerpo.
La devaluación de nuestros cuerpos
El libro de Gerda Lerner “The Creation of Patriarchy” merece ser traducido al español porque analiza de forma magistral todos los elementos y hechos históricos que nos han llevado al estado actual que afecta no solamente a la mujer, sino también a los hombres, niñas y niños y a toda la creación.
Voy a mencionar brevemente algunos de los aspectos desarrollados en este libro y que deben ser repensados y estudiados por la Iglesia hoy.
- Los hombres se apropiaron de la capacidad sexual y reproductora de la mujer. Esto ocurrió antes de la formación de la propiedad privada y la sociedad de clases. Esta comodificación (ver el ser humano como mercancía) es el fundamento de la propiedad privada.
- Los estados fueron organizados en la forma de patriarcados; así que había un gran interés en el estado de mantener la familia patriarcal.
- Los hombres aprendieron a establecer la dominación y la jerarquía sobre otras personas debido a práctica tan temprana sobre la dominación de la mujer. Esto tuvo su expresión más profunda en la institucionalización de la esclavitud, que comenzó con la esclavitud de las mujeres de los grupos conquistados.
- La subordinación sexual de las mujeres fue institucionalizada en los códigos de leyes aprobados tempranamente y reforzados por el poder del estado. La cooperación de las mujeres en el sistema fue asegurada por diversos medios: fuerza, dependencia económica del hombre como cabeza de la familia, las clases privilegiadas estaban formadas por mujeres dependientes y adaptadas al sistema imperante, también se creo la división entre mujeres respetables y mujeres no respetables.
- La clase de los hombres estuvo y está basada en la relación con los medios de producción: aquellos que tienen las propiedades de los medios de producción pueden dominar a los que no la tienen.Para las mujeres la clase siempre estuvo mediada a través de las relaciones sexuales que la ataban al hombre, entonces le permite al acceso a los recursos materiales. La división entre las mujeres respetables y mujeres no respetables ayudó a la costumbre establecida en algunas sociedades de los velos que cubren el rostro de la mujer. Se destronaron todas las diosas de las sociedades orientales y las mismas fueron sustituidas por reyes fuertes o dioses.La función de las diosas se fue concentrando cada vez más en la fertilidad y en los matrimonios con el dios-rey.
- El surgimiento del monoteísmo hebreo adquirió una forma de ataque a los diversos cultos de fertilidad de las diosas. La interpretación tradicional del libro de Génesis estableció el señorío de un Dios -Señor y Rey- casi como un dios masculino, y la sexualidad de la mujer fue considerada pecadora y mala salvándose únicamente por la procreación.
- Al establecerse la comunidad del pacto, el simbolismo básico y el pacto entre Dios y la humanidad asume también la posición subordinada de las mujeres y su exclusión del pacto metafísico y de la comunidad terrenal. Su acceso a Dios y a la comunidad de santidad es en su función de ser madres.
- Esta devaluación simbólica de las mujeres y de sus cuerpos en relación a la divinidad constituyó una de las metáforas fundadoras de la civilización occidental. La otra metáfora fue ofrecida por la filosofía aristotélica, que asumió que las mujeres eran incompletas y seres humanos dañados de un orden diferente que los hombres. Es con la creación de estas dos construcciones metafóricas que la subordinación de las mujeres se constituyen en un “orden natural”. Esto fue lo que estableció el patriarcado firmemente y tal como es actualmente como ideología constituyendo un gran obstáculo para el desarrollo de la humanidad y de la creación misma.
Una ética cuyo centro es la vida
¿Cómo valorar y cuidar nuestros cuerpos? ¿Cómo vivir cada día la “ética del cuidado” cuyo centros son los cuerpos y como dice Sally Mc. Fague usando la metáfora del mundo como cuerpo de Dios? (Yo-cuerpo / Dios, mundo)
El “Imago Dei” en los seres humanos
Cada ser humano es creado por Dios a su imagen y semejanza, esto se conoce mediante la frase latina «imago dei», ningún ser humano puede ser usado como un instrumento para otros propósitos. Así que, cada ser humano es irremplazable. Esto es lo que significa “la dignidad de la persona”. Un buen ejemplo de la realidad que están confrontando algunas iglesias es lo sucedido en la Isla de Tonga donde una compañía australiana autógena (subsidiaria de la compañía farmacéutica alemana MERCK) trató de ganar acceso exclusivo a toda la información concerniente con el ADN de la población de Tonga. El Consejo de Iglesias de Tonga llamó inmediatamente a una conferencia con iglesias y grupos ecuménicos en el Pacífico y con el Consejo Mundial de Iglesias para estimular un debate público y tomar acciones que detuvieran el proceso. Esta fue una iniciativa considerada como una de las mejores auto-defensas de un pueblo contra la bio-piratería realizada por una organización no-gubernamental activa en ese campo.
Cuando en Tonga el pueblo resistió la explotación económica de su sangre, estaban mostrando una clara intuición de su dignidad. La afirmación de la dignidad está en contra de todas las formas de uso de las tecnologías genéticas humanas con el objeto de usar a los seres humanos para satisfacer únicamente intereses económicos.
Dignidad en lugar de ser mercancía
Las vidas humanas están influenciadas cada vez más por un paradigma económico que es dependiente del comercio y del mercado. El peligro es obvio; este paradigma forma actitudes humanas que nutren actitudes contrarias al paradigma de la dignidad plena de la vida. El énfasis en la dignidad de las personas es irreconciliable con cualquier comercialización de la vida humana. La vida humana se trata como una mercancía cuando su valor es condicionado por otros valores. La vida pertenece finalmente a Dios. El considerar a la vida humana como una mercancía es contra esta convicción teológica.
La afirmación incondicional de la vida humana
Cada ser humano es parte de la creación de Dios de la cual Dios ha dicho: “Es muy bueno”’. Por consiguiente el amor de Dios se extiende a cada ser humano, no importa si otros seres humanos lo consideran digno o no. Las tendencias sociales actuales a juzgar a otros/as según su grado de perfección, sea estético, moral o físico, no da testimonio de la voluntad de Dios para la creación de Dios. Las Nuevas técnicas de selección genética como los Diagnósticos Genéticos Pre-natales abren la puerta a esforzarnos a juzgar sobre el valor de la vida humana y por consiguiente para nuevas formas de eugenesias. Una nueva cultura de afirmación de la vida que incluye a los seres humanos que son vistos como inválidos, enfermos o deficientes por otros es indispensable.
Cuestionando las nociones de salud y enfermedad
No existe ningún criterio objetivo para las nociones de enfermedad y salud. Lo que se llama saludable, difiere en varios contextos. Mientras puede verse la sordera como una deficiencia seria por algunos, otros han aprendido a vivir con ella. Y viceversa, muchos que parecen saludables desde ciertas perspectivas pueden considerarse enfermos/as, por ejemplo en sus actitudes sociales. Aliviar el sufrimiento es una meta humana alta. El mismo Jesús sanó al enfermo y alivió su sufrimiento. Pero Jesús actuó en relación con los necesitados. La sanidad para Jesús fue una afirmación de la vida. Los tratamientos médicos en la actualidad tienen que ser sensibles a las necesidades de los pacientes. Los esfuerzos médicos no pueden responder a las necesidades de los pacientes si se convierte a éstos en objetos de una empresa médica o científica que sirve a la gloria de los investigadores más que satisfacer sus necesidades.
La búsqueda de la justicia incluye la salud de todos los seres humanos
Las tecnologías modernas de genética humana llaman a la atención de todo el mundo por las graves injusticias que caracteriza la distribución global de los recursos de salud. No pueden tratarse las vidas humanas como un sistema de contabilidad. Cada vida humana con su propia biografía es preciosa y merece ser amada. Es por eso que es un escándalo moral que en muchas partes del mundo no se reúnen los requisitos básicos para el cuidado de la salud humana. No obstante la porción principal de los recursos intelectuales y financieros para el cuidado de salud en el mundo se dirige en su inmensa mayoría a los ricos.
Se ha observado que en algunas partes los problemas de la salud en el mundo son producidos por un estilo de vida abundante; en otras partes la falta de salud es causada por la pobreza. Los cristianos creen que hay solamente una familia humana creada por Dios. Mientras que algunos en esta familia humana estén en desventaja, los cristianos son llamados a ser sus defensores. Los responsables de la política y la salud deben dirigir su atención a las estrategias eficaces por superar la injusticia de la salud mundial. Se necesita una distribución global más equilibrada en el campo de la salud. Una ética de autolimitación en los sistemas de cuidado de salud de los países ricos y un esfuerzo común para desarrollar los sistemas básicos de salud se requieren globalmente. Es nuestra esperanza que las tecnologías genéticas humanas ayuden en este esfuerzo.
Aceptando nuestros límites y nuestra vulnerabilidad
Sobre todo en los países ricos, las personas intentan hacer todo para huir de la condición de finitud humana. Por eso debemos saber qué rumbos han de tomar nuestras vidas en cada momento de nuestra existencia. A veces es “estar quietos”, otras veces es aventurarnos en los caminos indescriptibles de Dios pero siempre con la humildad que debe caracterizar cada paso. La arrogancia nos hace convertirnos en dioses donde pretendemos haber alcanzado la vida eterna aquí y ahora. La ambición puede destruir nuestros cuerpos haciéndonos participes del deseo de ser “Torres de Babel”.
No se pueden construir nuestros sueños sobre el desprecio y las desgracias de las otras y otros. Tu cuerpo deja entonces de ser un motivo de gratitud. Se están usando grandes cantidades de dinero para extender la vida lo más posible. Según la Biblia, sin embargo, la vida abundante incluye la condición finita. No es ninguna coincidencia que la historia de la creación en Génesis ve el deseo del ser humano por la vida eterna como la tentación que sería como una segunda caída. Dios pone al querubín a la puerta del paraíso para impedir que Adán y Eva coman las frutas del segundo árbol prohibido -el árbol de la vida- “para que ellos tampoco tomaran del árbol de la vida, y comieran y vivieran para siempre». (Gen 3,22f).
Es un acto del amor de Dios que Dios colocara al querubín a la puerta del paraíso. Luchar por la vida eterna en la tierra es un fallo de los seres humanos. Luchar por hacer una vida eterna es luchar por un paraíso falso y se corre el peligro de terminar en un infierno hecho por nosotros mismos. Las personas de fe viven con una promesa diferente. Esas personas pueden aceptar su limitación, porque ellas confían en una vida eterna ofrecida por Dios.
Mirada al futuro
El poder de la técnica ha puesto en juego la supervivencia no solamente de la humanidad sino de todo el planeta. La naturaleza debe ser fin y no medio para la humanidad. Una ética del cuerpo con responsabilidad tiene que ser positiva fundamentada en dos premisas: la esperanza y una “heurística del temor” de la posibilidad escatológica de que la muerte sustituye a la vida
El “principio de responsabilidad” de Hans Jonas de J.E de Siquiera en el libro “Bioética para la sustentabilidad” publicado por el centro Félix Varela en Cuba nos inspira cuando se expresa en la siguiente forma:
“Por lo tanto la responsabilidad en la ética es la articulación entre dos realidades, una subjetiva y otra objetiva. Es forjada por esa fusión entre el sujeto y la acción. Al mismo tiempo, hay también un aspecto de descubrimiento que se revela en la acción propiamente dicha y sus consecuencias. El orden ético está presente no como una realidad visible sino como un llamado sensato que pide calma, prudencia y equilibrio”2
Nos gustaría terminar con las propuestas de Franz I. Hinkelammert y Henry M Mora en el libro “Coordinación Social del Trabajo, Mercado y Reproducción de la Vida Humana” donde ellos plantean la necesidad que tenemos de una ética del bien común.3
Esta ética del bien común tiene que ser de resistencia, de interpelación, de intervención y de transformación.
Esta ética introduce valores, a los cuales tiene que ser sometido cualquier cálculo de utilidad (o de interés propio). Son los valores del respeto al ser humano, a su vida en todas sus dimensiones, y del respeto a la vida de la naturaleza.
Son valores del reconocimientos mutuo entre los seres humanos, incluyendo en este reconocimiento el ser natural de todo ser humano y el reconocimiento de parte de los seres humanos hacia la naturaleza externa a ellos. Son valores que no se justifican por ventajas calculables en términos de utilidad o del interés propio. No obstante, son la base de la vida humana, sin la cual esta se destruye en el sentido más elemental de la palabra. Su principio es: Nadie puede vivir, si no puede vivir el otro o la otra.
Estos valores interpelan al sistema, y en su nombre se requiere ejercer resistencia para intervenirlo o para transformarlo. El bien común es este proceso en el cual los valores del bien común son enfrentados al sistema para interpelarlo, intervenirlo y transformarlo. Los valores del bien común no son leyes o normas, son criterios sobre leyes y normas. En consecuencia, su fuerza es la resistencia , la interpelación, la intervención y la transformación.
Tenemos que trabajar activamente en torno a alternativas concretas y factibles al modelo neoliberal de integración económica al servicio de las grandes corporaciones transnacionales.
Las agendas de los movimientos sociales irán apareciendo, fortaleciendo el gran sueño al que aspiramos todos los latinoamericanos y caribeños que nos es otro que el de poder vivir en una sociedad donde todos quepamos, incluyente, y cada vez más humanizada y participativa, en la cual los valores y criterios de vida, paz, solidaridad y convivencia se impongan siempre a los valores de guerra, poder y dominio, vanidad y venganza. La ética del cuerpo es el primer paso.
La “resistencia” en nuestros pueblos va siempre acompañada del sentido místico de la poesía, de la belleza, de ese caminar con el Dios de la Creación que abre caminos cuando todos los horizontes parecen cerrados al camino de la Gracia bien hechora que nos fortalece, despierta y levanta en medio de todas las circunstancias difíciles y agobiadoras de nuestro mundo contemporáneo. Esa “liturgia cotidiana de la Gracia” es vivida por nuestras comunidades con el gozo indescriptible de quien abre caminos en el desierto.
- Elsa Támez, “Sobre las experiencias en los seres humanos: gracia de Dios y dignidad humana” en Gracia, Cruz y Esperanza”, ed. Israel Batista, CLAI, Ecuador, 2004, pag. 243. ↩︎
- “El principio de reponsabilidad de Hans Jonas” de J.E. de Siquiera en Bioética para la susutentabilidad, J.R. Acosta, ed, La Habana, Acuario, 2002, pag 98. ↩︎
- Hinkelammert, Franz I; Mora M. Henry, Coordinación Social del Trabajo, Mercado y Reproducción de la Vida Humana, DEI, San José, Costa Rica, 2001. págs 327-331 ↩︎