Introducción
La transfiguración de Jesús es uno de los eventos más fascinantes y significativos en la vida del Salvador. Este acontecimiento no solo revela la divinidad de Cristo, sino que también proporciona una rica fuente de reflexión espiritual para los creyentes. En este artículo, exploraremos el significado y las implicaciones de la transfiguración, su contexto bíblico y cultural, así como su importancia en la liturgia y en la vida diaria de la fe cristiana.
Tabla de Contenidos
¿Qué es la Transfiguración de Jesús?
El pasaje bíblico de la transfiguración de Jesús es impresionante. El camino de la pasión de Jesús se va a iluminar con el esplendor anticipado y provisorio de la transfiguración. Este acontecimiento se relata en Mateo 17:1-9, Marcos 9:2-8 y Lucas 9:28-36, es a través de este último que lo vemos hoy. En estos pasajes, Jesús sube a un monte alto, donde su rostro brilla como el sol y sus vestiduras se tornan blancas como la luz. En esta manifestación de gloria, Moisés y Elías aparecen y conversan con Él, otorgando un profundo significado a la revelación de su naturaleza divina.
Contexto histórico y cultural
La transfiguración de Jesús ocurrió en un contexto histórico donde la identidad y la autoridad de Jesús eran cuestionadas.
El evangelista Lucas nos hace ver que el encuentro es en el monte, en la montaña, aunque no se especifica el lugar exacto se presume pueda haber acontecido en el monte Tabor, que es un sitio sagrado desde tiempos antiguos y tiene un valor especial en la tradición cristiana, pues simboliza un espacio de encuentro entre lo divino y lo humano. Este monte, en la región de Galilea, fue un punto de importancia en la vida pública de Jesús, ya que era un lugar de revelación y enseñanza. Lo esencial para el evangelista no es señalar la identificación geográfica del lugar. Lo esencial es la calidad de la experiencia que ha de suceder allí.
Es como una epifanía, el encuentro con el Dios que nos habla. Es la historia que nos proporciona la confirmación del camino que tenía que seguir Jesús. Lucas describe la actividad de Jesús como un camino. La palabra camino se traduce del griego jodós (ὁδός), o como una carrera desde Galilea a Jerusalén, para ejecutar la misión salvífica de la pasión y la resurrección.
Es interesante que, en toda la tradición de los evangelios sinópticos, Lucas es el único que atribuye a Jesús el título de salvador (Lucas 2:11). La presencia de verbos y sustantivos relacionados con la salvación cruzan toda la obra lucana.
Significado Teológico de la Transfiguración de Jesús
Lucas, como en otras ocasiones, nos presenta el evento de la transfiguración en un contexto de oración. Jesús en comunión con el Padre, en sublime contemplación.
El evangelista no se contenta con la mera indicación de que Jesús se retiraba frecuentemente a orar, sino que, en ciertas ocasiones, llega a decirnos como oraba y cuál era el contenido de la oración: El Padre Nuestro.
También es el único de los evangelistas que pone en boca de los discípulos de Jesús una petición extrañamente significativa: «Señor, enséñanos a orar».
Teológicamente, la transfiguración de Jesús subraya la divinidad de Cristo y su rol como el Mesías prometido. Los Evangelios presentan a Moisés y Elías como figuras clave del Antiguo Testamento, lo que resalta la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Pacto.
En ese intercambio con el pasado, surge la novedad del presente y la esperanza del futuro.
La iluminación de Jesús en este momento es un símbolo de su gloria eterna y de la revelación de la Trinidad, observable en la voz del Padre que dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5).
Al mirar a este encuentro recordamos que Moisés también tuvo la experiencia del esplendor de la gloria de Dios en Éxodo 34:29-35, donde su rostro se volvió radiante. Esta experiencia de Moisés nos recuerda el Salmo 34:6, que dice: «Contempladlo y quedareis radiantes». Es importante señalar que la presencia soberana de Dios, de acuerdo a la fe bíblica, se manifiesta en personas históricas.
La Transfiguración de Jesús nos encamina hacia un mundo nuevo
¿Qué significó para el evangelista el sueño de los discípulos Pedro, Juan y Jacobo, que acompañaban a Jesús? En la Biblia del Peregrino se dice que no se despertaron, en otras versiones se menciona que al fin se despertaron para alcanzar a ver la maravillosa visión.
Es la misma escena del monte de los Olivos, donde Jesús oraba con intención y los encontró durmiendo más de una vez. Y su llamado fue: «¡Levántense y oren!» «¡Manténganse despiertos y oren!!»
Entra Pedro en la escena, y trata de organizar tres chozas o tres tiendas de encuentro para permanecer en la montaña. ¡Se equivocaron los discípulos! La invitación a la transfiguración de Jesús es siempre hacia el camino. Somos iglesias peregrinas, siempre caminantes. La revelación es un momento maravilloso, pero siempre nos llevará a la pasión y a la resurrección, a la creación de un mundo nuevo.
Y ahora la nube llega, signo de la presencia de Dios. Desde la nube suena la voz del Padre, el testimonio supremo de la revelación: «Este es mi Hijo amado». Solamente en el bautismo y la transfiguración se manifiesta la revelación de Dios al proclamar a Jesús como el Hijo amado. «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!».
Pero como la demanda del camino de Jesús es el peregrinaje, la transfiguración no termina en el versículo 36 del capítulo 9 de Lucas porque el versículo 37 dice: «Al día siguiente, cuando bajaron del monte». Jesús vuelve al camino y es en este camino donde encuentra una situación desalentadora, un niño atormentado por una enfermedad, unos discípulos impotentes por falta de fe, una masa incrédula solo atenta a los milagros. Y la primera reacción de Jesús es de queja: «Hasta cuándo».
A nosotros también nos pasa esto. Cuando en la vida cotidiana encontramos tantos obstáculos que niegan la calidad de la vida. Pero, Jesús continuó el mandato de lo que tenía que hacer en su camino: sanó al muchacho, se lo entregó a su padre, habló a la multitud y todos se admiraron de la grandeza de Dios.
Implicaciones Espirituales de la Transfiguración de Jesús para los Creyentes
La transfiguración ofrece profundas implicaciones espirituales. Esta vinculación de la oración y la transformación del rostro y de la vida es manifiesta cuando experimentamos la gloria de Dios en nuestro propio ser. Al tener esa experiencia, nuestras miradas nunca más pueden ser de odio y rechazo. Nuestras palabras no serán autoritarias y rencorosas, repletas de acidez. Nuestras manos estarán siempre tendidas para el encuentro amoroso de manifestar la vocación de ternura a la que Jesús nos llama. Esos son los cambios que se producen al contacto orante con el esplendor de la gloria de Dios.
En este texto de la transfiguración, Jesús ora, lo penetra la gloria de Dios y transfigura luminosamente su rostro y vestidos, como si la materia se convirtiera en energía luminosa.
El evento de la transfiguración de Jesús se traduce en esperanza y fortaleza en tiempos de prueba. La transformación de Jesús recuerda que, a través de la fe, también somos llamados a experimentar una metamorfosis personal que nos acerque a la imagen de Cristo.
La gloria de Dios se suele concebir o representar en términos de esplendor, que no es más que el cambio de nuestra corporalidad, que siempre debe invitar a la relación mutua y a los encuentros salvíficos.
La fe cristiana invita a vivir con la seguridad de que, así como Jesús fue glorificado, también nosotros compartiremos de su gloria.
La Transfiguración de Jesús en la Liturgia
En la liturgia de la Iglesia Presbiteriana Reformada, la transfiguración de Jesús se celebra en el calendario cristiano, comúnmente en el final del tiempo ordinario, justo antes de la Cuaresma. Este día nos recuerda la importancia de contemplar la gloria de Dios y cómo Jesús se manifiesta en nuestras vidas, animando a los fieles a buscar una relación más profunda con Él.
Diferentes tradiciones cristianas abordan la transfiguración de manera única. Por ejemplo, en la Iglesia Católica, este evento, celebrado dos veces en el año litúrgico, resalta la revelación del Hijo de Dios y es visto como un preámbulo de su resurrección.
Conclusión
En resumen, la transfiguración de Jesús es un acontecimiento central que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza divina de Cristo, su relación con la historia de Israel y su impacto en la fe cristiana contemporánea. A medida que consideramos la transfiguración, somos llamados a ser transformados y vivir en la luz de Su gloria, recordando siempre que en Cristo encontramos esperanza, fortaleza y la promesa de una vida renovada. Su relevancia no se limita al pasado; se manifiesta en la vida de cada creyente hoy.
Me gustaría terminar con un poema del poeta costarricense Jorge Debravo titulado «Hoy he encontrado un hombre caminando»:
Hoy he encontrado un hombre caminando
Sin apoyarse en nadie, caminando
Sin que hubiese camino, caminando.
Como si todo lo llamase, caminando,
como si no quisiese llegar tarde, caminando,
su mirada tenía forma de corazón, y adentro de sus ojos se veía
un mundo, caminando.
Aunque parezca absurdo e increíble, hoy he encontrado a un hombre caminando.
Sin mirar la distancia, caminando,
Sin pedir compañero, caminando,
Sin apoyarse en nadie, caminando,
Sin que hubiese camino, caminando.