mujer pelirroja con vestido blanco sentada con la boca cubierta, significando el silencio de las mujeres

Las mujeres en la política

La Mujer Cubana y su Historia

Acaba de llegar a mis manos el libro: “En Busca de un Espacio: Historia de Mujeres Cubanas” de Julio César González Pagés publicado en el 2005.

Me sorprendió el libro y el material seleccionado por Julio César, pero aún más me sorprendió el nacimiento de todas las corrientes feministas en Cuba que lograron tanto en una época tan temprana.

Las mujeres lucharon por la Ley  de la Patria Potestad que fue aprobada el  18 de julio de 1917 y la Ley del Divorcio que se aprobó el 30 de julio de 1918.

La Ley de la Patria Potestad permitió a las mujeres liberarse de la tutela de padres y esposos para administrar sus bienes, el artículo 2 de la ley decía: “En ningún caso seria necesaria la licencia del marido”.

Estas dos leyes convertirían a Cuba en el primer país latinoamericano en aprobarlas.lo cual resultó un triunfo de las asociaciones de mujeres sufragistas que habían insistido en este reclamo.

Otro acontecimiento trascendental para las mujeres sucedería el 21 de marzo de 1918, cuando un grupo de ellas se nucleó para formar la organización del Club Femenino de Cuba, que se dio a  conocer, oficialmente, el 3 de julio de 1918, en una sesión pública de la Academia de Ciencias.

Imagínense ustedes, voces como la de Mariblanca Sabas Alomá fueron escuchadas  en artículos  que llevaban  como  título:: “!Masculismo! no , ¡ Feminismo¡” con términos como los siguientes:

“Creen los hombres inferiores que nosotras queremos usurparles sus derechos, que queremos descender a la prosa de la vida, a endurecer nuestros sentimientos en ella, creen que las teorías que sustentamos las tenemos que defender con los pantalones, cuello y corbata, alzando los puños  y endureciendo el gesto; que queremos el voto para hacer de él lo que hacen los hombres vulgares; un motivo para guaperías y egoísmo; todo eso, y mucho más opinan de nosotras, los ilustres hermanos de D. Juan”1

Al pensar en todo lo que nuestras mujeres han hecho por la liberación  y nuestros derechos

Fundamentales, me invade un gran sentimiento de humildad, pero como ustedes han solicitado un testimonio de mis vivencias, me vuelco ahora a  mi propia vida como mujer de Iglesia y de una Patria y Nación que he amado tanto.

La mirada hacia fuera

La política para mí es, por supuesto, la “polis“, la ciudad habitada. Descubrí esa ciudad  después de la revolución cubana, en el año  1959. Me asomé al  entorno. Miré a mí alrededor y comprendí lo poco que había hecho por aquellos que me rodeaban. Me fui a los barrios más marginales de la ciudad con los adultos jóvenes de la Iglesia Presbiteriana de mi ciudad (Cárdenas). Construimos una casa de madera para dar clases en el barrio uniéndonos así a la campaña de alfabetización. Reunimos a las mujeres, organizamos un taller de costura  para sus necesidades. Enseñé a  ocho de ellas a leer y escribir.

Cuando 20 años después, me dieron la medalla por haber participado en la campaña, pensé que era un mérito muy grande para lo poco que habíamos hecho. Pero ya mi vida estaba marcada para siempre por ese impulso de inserción en la sociedad, que me ha acompañado en cada una de las tareas asignadas por la Iglesia.

Recuerdo que cuando una delegación del Consejo Mundial de Iglesias  me buscaba en la década de los 60 en  Cuba, me encontró en un campo de tomates, recogiendo la cosecha  con gente de mi barrio.

La mirada hacia dentro

Mi vida ha estado siempre inmersa en  la iglesia que me acogió desde los 4 años de edad. Es una historia larga llena de bendiciones y también de dificultades casi siempre relacionadas con el poder.

Si deseas conocer algo sobre mí, puedes leer mi biografía.

Tuve compañeros que me acompañaron  con gran afecto en  esta andadura eclesial. . Lo que más aprecié de ellos fue la intención siempre firme de que debía estudiar, prepararme bien para lograr un espacio adecuado en mi Iglesia.

Sin embargo,  no pude aprender  desde temprano el valor de dos vocablos en las relaciones eclesiales, el SI y el NO.

Fui electa por unanimidad vice-presidenta de mi Iglesia en el año 1979 (Consenso de toda la asamblea de mi Iglesia). Inmediatamente después de la elección me pidieron que renunciara porque había una situación difícil con uno de nuestros compañeros que deseaba esa posición… Dije que SI, cuando debía haber dicho NO. Demoramos 10 años para poder elegir a otra mujer, y no porque no existieran mujeres capaces. No fue hasta el año 1979  que logramos realizar una campaña para que una mujer saliera vice-presidenta.

Así que, nosotras debemos analizar todos los espacios donde nos corresponde estar para poder discernir adecuadamente las respuestas que debemos dar en cada situación.

Búsqueda de nuevos paradigmas para el ejercicio del poder por parte de las mujeres

En el año de 1996 fui nombrada rectora del Seminario Evangélico de Teología en Matanzas, Cuba.

¿Cuáles fueron las dificultades enfrentadas en mi primer año de trabajo?

  1. Confrontación con las tradiciones ya establecidas en 50 años de vida institucional, siempre se hizo así. ¿Por qué hacerlo diferente?
  2. Formas de gobierno jerarquizado donde se mantenía un equilibrio autoritario con modelos patriarcales.
  3. Intenciones paternalistas de líderes de más de veinte años de trabajo en la institución, sus argumentos eran: “Nosotros tenemos la sabiduría acumulada” y ”Estás bajo nuestra solícita protección”

En situaciones como éstas; ¿cómo ejercer un liderazgo diferente? ¿De dónde sacar las fuerzas para la lucha?

No es fácil identificar el liderazgo feminista, debido a que el concepto del liderazgo en sí es un problema.

Generalmente ha sido identificado el liderazgo como el ejercicio de la autoridad sobre la comunidad, de manera que a veces resulta  difícil  la descripción de formas de liderazgo ejercidas en formas diferentes como por ejemplo  el ejercicio de la autoridad  en la comunidad como una fraternidad de cooperación e igualdad.

Además de esto, la palabra liderazgo aparece solamente tres veces en la Biblia. La encontramos en la lista enumerada por Pablo sobre los dones e la Iglesia, y en otras dos ocasiones referidas a Moisés y a Aarón.

El entendimiento bíblico del liderazgo no es individualista sino que está muy relacionado con todos los dones del Espíritu, dados para el bien de la comunidad.

Sin embargo, el ejercicio de esa autoridad a través de la dominación era común en los tiempos bíblicos y en gran parte de la historia humana hasta nuestros días.

Así que, el problema para nosotras las mujeres en la política y en la vida eclesial no es la aceptación de los distintos modelos de liderazgo en la sociedad y en los ministerios de la Iglesia sino cómo crear nuevos estilos de liderazgo feminista en un mundo patriarcal.

Los estilos feministas de liderazgo en la sociedad y en la Iglesia deben conformar unos modelos que sean inspirados en una perspectiva de la realidad que nos lleve a compartir la autoridad de la comunidad, ayudándonos así a cambiar el paradigma de dominación y a buscar alternativas para la búsqueda de un orden en nuestro mundo que sea menos doloroso para los seres humanos, la naturaleza y toda la creación.

  1. Ver  para  mejor  información  el libro de  Julio César González Pagés, En Busca de un Espacio: Historia de Mujeres de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana
    , 2005.   ↩︎
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