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Introducción
Un amigo -joven periodista cubano- me envió algunos comentarios hechos por el célebre escritor Gabriel García Márquez, como respuesta a una pregunta sobre cuáles serian las prioridades más apremiantes del siglo XXI.
“La única cosa realmente novedosa que podríamos intentar para salvar a la humanidad en el siglo XXI – respondió el escritor – seria permitir a las mujeres asumir el gobierno del mundo. Yo no creo que un sexo es superior o inferior al otro. Creo que simplemente son diferentes, y que la distancia biológica entre ellos es infranqueable; pero la hegemonía masculina ha malgastado una oportunidad de diez mil años. Alguien comentó alguna vez que si los hombres pudieran tener embarazos, el aborto seria un sacramento (…)”
Gabriel García Márquez, octubre de 1992.
Esta cita que me enviara un amigo, nos alienta a reflexionar sobre la perspectiva de Género y la presencia de la mujer en el campo de la producción teológica y la educación teológica ecuménica en las últimas décadas, especialmente la mujer como parte de la teología feminista en Cuba.
Podemos constatar que las mujeres en América Latina (por no hablar de otras regiones del mundo) han participado como estudiantes, maestras, biblistas, pastoralistas, organizando asociaciones y redes de pastoras y teólogas, así como la inclusión de programas de “teología feminista” y “estudios de género” en los planes de estudio de algunas instituciones teológicas, y centros ecuménicos.
El tema de la igualdad y la desigualdad en cuanto a género tiene muchas dimensiones y aristas. Una de ellas tiene que ver con el ministerio pastoral y cómo en ocasiones no se permite a las mujeres el acceso a este ministerio- a pesar que ellas también son llamadas por Dios para tal función. Pero también es cierto que muchas de nuestras familias confesionales llevan años de compromiso para cambiar esa situación de exclusión y rechazo.
La Alianza Reformada Mundial ha trabajado por muchas décadas para contrarrestar el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres en el ministerio de la Iglesia, algo que con énfasis ha subrayado la teología feminista en Cuba.
En 1921, La XI Asamblea General empezó un proceso para buscar la igualdad entre mujeres y hombres, en fidelidad a la comunidad inclusiva de Dios.
En 1989, en la XXII Asamblea General (Seúl, Corea), las iglesias reformadas enfatizaron la comunidad e igualdad entre mujeres y hombres. Fue creada una posición ejecutiva para investigar la injusticia hacia las mujeres en la Iglesia y en la sociedad en general.
Como resultado de esta Asamblea se creó el PACT: Programa para afirmar, cuestionar y transformar la situación.
La XXIII Asamblea General en 1997 decidió formar una comisión que vele por la igualdad entre mujeres y hombres. El tema de ese encuentro: «Romper las Cadenas de Injusticia» haciendo referencia al versículo bíblico expuesto en Isaías 58. En ese año 1997 fue creado un Departamento de hermanamiento de las mujeres y los hombres.
Creo que es muy importante también mencionar la Confesión de Accra Ghana donde se rechazó en el 2004 toda forma de injusticia que destruya las relaciones justas (por causa de) género, raza, clase, discapacidad o casta.
En el 2003 el Departamento con el apoyo del Consejo Mundial de Iglesias, la Federación Luterana Mundial y las organizaciones regionales ecuménicas escribieron un manual que fue el resultado de reuniones regionales con el tema de género y el desarrollo de liderazgo. El Manual fue titulado: “Created in God’s Image : From Hierarchy to Partnership”
En el 2011, después de un proceso de reuniones y consultas con las iglesias de las regiones durante cuatro años (2003- 2007), celebramos una reunión en Cuba. Para ellos recibimos el apoyo del Instituto Cristiano de Estudios de Género de Cuba (ICEG), el Consejo Mundial de Iglesias y Caribbean and North American Mission (CANACOM).
Se discutieron todas las interconexiones de género con la economía , la educación teológica, los medios de comunicación, las ciencias sociales, la hermenéutica bíblica, la historia, la transformación de las masculinidades, el compromiso con el medio ambiente y el cuidado de la Creación. Los resultados de la reunión fueron publicados en forma sencilla, como una memoria en inglés y español, hoy los compartimos.
I. Aspectos relevantes de los estudios de género en Cuba
Entre la segunda mitad de los ochenta y principios de los noventa, es cuando la mayoría de los actuales investigadores e investigadoras en Cuba comenzaron a estudiar las relaciones de género.
La participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida del país era más que evidente, sin embargo, todavía no se hablaba de una perspectiva de género. No fue hasta 1986 que se comienzan a incorporar comisiones de género en los foros de intercambios académicos que convocaban las universidades y los institutos de la Academia de Ciencias.
A partir de 1991 se formaron las “Cátedras de la Mujer”, en la Universidad de la Habana y de la “Mujer y la Familia” en los municipios y el “Centro de Estudios sobre la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas”.
Se crearon espacios permanentes para discutir temas de género entre cubanas, y con invitadas extranjeras en instituciones cubanas como la Casa de las Américas, la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), el Instituto de Literatura y Lingüística y la UPEC (Unión de Periodistas y Escritores de Cuba).
Por último, la crisis de los noventa, el llamado “periodo especial”, evidenció el papel que de manera vital jugaron las mujeres al crear estrategias para sobrevivir y vivir con escasos recursos.
Asimismo, se hicieron ostensibles las diferencias entre hombres y mujeres en el acceso al poder y en las cuestiones que atañen a los jóvenes.
En el campo religioso se crearon Cátedras de la Mujer en distintos centros ecuménicos, como el Centro Martin Luther King y también en el Consejo de Iglesias de Cuba. En instituciones teológicas ecuménicas la temática de Teología y Género fue incluida como parte esencial del currículo académico, especialmente en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas y en el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos (ISEBIT).
La creación, en el año 2004, del Instituto Cristiano de Estudios de Genero (ICEG), llevó esta temática, de forma bien práctica, a las congregaciones locales, abriendo un espacio práctico a la teología feminista en Cuba.
La motivación básica que llevó a nuestros profesionales a prestar atención a los temas de la teología feminista en Cuba fue el afán por la justicia social y contra la discriminación de que eran objeto, en primer lugar, las mujeres.
Es preciso que para cualquier análisis de la situación de la mujer en general y en Cuba en particular, se tengan en cuenta las condiciones del sistema económico y social en que se sostiene la población femenina.
El criterio de equidad debe verse en un doble sentido, por una parte, en el alcance de las mujeres de determinadas metas y espacios de tradición masculina y, por otra parte, el que los hombres puedan acceder a invadir el espacio reservado solamente a las mujeres.
II. ¿Qué nuevos caminos debemos tomar?
Incluir la masculinidad en la temática de género.
En los años 80, las feministas fueron unánimes en cuanto a afirmar que los análisis a partir de la perspectiva de género ayudan a evitar dos grandes peligros:
- Considerar lo masculino como norma para la humanidad (androcentrismo).
- Creer en el asexualismo de la actividad científica.
Así que, la introducción de la masculinidad en la temática de género se hace necesaria por varias razones:
- Para involucrar la participación de los hombres en el estudio de su propia realidad en el sistema patriarcal.
- Como expresión de la crisis del modelo masculino tradicional.
- Por la crisis de la sociedad machista.
- Por la necesidad de proponer modelos alternativos de relaciones entre los géneros que surgen de la integración creciente de las mujeres al espacio público ocupado preponderantemente por los hombres.
- El poder masculino ha mostrado ya su incompetencia para evitar la degradación del medio ambiente, debido a su incapacidad para crecer más allá de los intereses privados. Sin embargo, la preservación del medio ambiente constituye una vocación genética para las mujeres. Solamente esto bastaría para convencerse de que el análisis sobre el poder y la autoridad es una cuestión vital para el logro de la convivencia de mujeres y hombres como socios en igualdad.
III. Preocupaciones teológicas para promover el debate sobre teología feminista en Cuba.
Si bien no es posible llegar a una definición total de Dios, es menester reflexionar sobre la masculinidad y la feminidad que son componentes de Dios. En esta tarea es necesario ser fiel a un lenguaje que ayude a expresar a Dios en términos más definitorios e incluyentes.
La Teología de la Creación plantea un reto frente a la Teología de la Redención. El amor crea y el amor redime. La redención emana de la creación, pero es la teología de la redención la que ha predominado en nuestras vidas, creando una tendencia a la apatía entre los cristianos.
Cuando la Creación es la base de nuestro enfoque, nos concentramos en hacer un balance de la sociedad, es decir, en poner la vista en las realidades presentes de la vida de la gente, y en renovar nuestro compromiso de edificar el Reinado de Dios entre hombres, mujeres, niños/as, en este lugar y en este momento.
Las mujeres andamos en la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo. Estos modelos deben estar en armonía con la naturaleza (ecofeminismo), ver la naturaleza como un sistema completo, un sistema viviente que no debe ser sometido a una explotación ilimitada o al pillaje, este resulta en uno de los pilares de nuestra teología feminista en Cuba.
Si bien las mujeres son las más empobrecidas y las más vulnerables, son ellas las que tienen a su cuidado la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad. Es por ello que las mujeres tienen que estar en el centro del desarrollo sostenible. Son ellas las más dadas a reclamar la satisfacción de las necesidades básicas y el cese de la violencia.
Las mujeres están orientadas a las necesidades fundamentales, es decir, al sostén de todas y todos, antes que a la obtención de grandes ganancias para unos pocos y al despilfarro de los limitados recursos de la Tierra, es lo que llamamos “la economía de lo suficiente” y “la ética del cuidado” frente al fenómeno de la avaricia y la codicia, hoy imperantes en el sistema económico mundial.
La espiritualidad que deseamos experimentar.
Hay que ver el cultivo y las expresiones de nuestra espiritualidad como una totalidad de cuerpo, mente y espíritu.
Hay que ver los valores de la espiritualidad enfatizados por la teología feminista en Cuba como componentes necesarios de nuestro desarrollo personal y comunitario.
¿Cuáles son esos valores? Integridad, inclusión, colaboración, reciprocidad y consenso.
La forma en que confiamos en otras y otros, la forma en que nos respetamos, la forma en que usamos los recursos del planeta, constituyen manifestaciones de nuestra espiritualidad. Vivir así esta espiritualidad nos traerá una nueva comunidad.
Hacia el logro de una ética económica justa.
Al referirnos a una ética económica justa, hay dos aspectos fundamentales a tener en cuenta:
En primer lugar, es necesario desarrollar una ética de la solidaridad frente a la ética de mercado, basada en el principio de la exclusión, que no podemos en modo alguno aceptar. En segundo lugar, la corporeidad es una fuente fundamental para el desarrollo de una ética de solidaridad. Este concepto ha sido un aporte fundamental de la lucha feminista.
Para construir un mundo más humanizado, tenemos que incluir la perspectiva de género en el análisis etimológico enfatizando especialmente y trayendo a un primer plano la contribución de las mujeres en la economía, la cual debe comprender la transformación de la división del trabajo según el género.
Sin embargo, es importante señalar que la lucha de las mujeres no solo se ocupa de problemas económicos, políticos, sociales y culturales, pero sobre todo del “derecho a ser”. Esta lucha se centra precisamente en nuestra corporalidad y corporeidad, es decir en la vindicación de primer orden que nos permitirá recuperar aquello de lo que se nos ha privado, en otras palabras, hará posible que recobremos nuestro cuerpo en toda su integridad, así como la capacidad de tomar decisiones en relación con ello.
Por eso, para las mujeres hoy, la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, ha llegado a ser tan decisiva como la lucha contra la pobreza, o como la lucha por los derechos civiles y la democracia.
Hacia un discurso antropológico alternativo.
La conciencia histórica de las mujeres está produciendo cambios cualitativos en la humanidad – un hecho que nos permite afirmar que se halla en camino una nueva antropología, la cual cada vez mas debe presidir las relaciones humanas.
A través del movimiento feminista, alentado desde la teología feminista en Cuba, alcanzamos a percibir:
Una concepción antropológica presente en la revolución feminista que es unitaria más bien que dualista en carácter. El dualismo se entiende no meramente como la oposición tradicional entre materia y espíritu, sino también entre hombres y mujeres, superiores e inferiores. Uno no trata con diferentes funciones sino con seres humanos en un orden jerárquico, que es casi ontológico.
Una concepción antropológica capaz de reconciliar la razón y el cuerpo. Esto significa que hay una necesidad urgente de re-evaluar a cada ser humano como un cuerpo, “yo soy mi cuerpo”. Es necesario eliminar el concepto y la práctica de los “cuerpos dominados”, tal como la representan aquellos que pretenden poseer todo el poder de razonamiento, es decir, la capacidad de pensar. La mujer ha hallado que ella también es un cuerpo que desea y razona también.
Una concepción antropológica pluridimensional que es expresión del mundo en que vivimos. En la antropología patriarcal y unidimensional, el ser humano está encerrado en una sola visión, que guardianes serios y competentes mantienen “inmutable e inalterable”. La concepción antropológica pluridimensional da espacio a las distintas expresiones de los seres humanos, a su capacidad para organizarse de formas diferentes, a su creatividad a todas las manifestaciones de la inagotable riqueza de la naturaleza humana.
Todo esto conduce a la necesidad del desarrollo de una Teología Unitaria, capaz de vencer el dualismo y ayudarnos a eliminar la vieja dicotomía del ser humano en espíritu y materia, sino también a reafirmar la unidad de la historia humana.
Debemos también hacer un esfuerzo por alcanzar la reconciliación teológica entre razón y cuerpo, de modo que seamos capaces de percibir el cuerpo del hombre y de la mujer, de las niñas y niños como un lugar teológico, es decir como un lugar donde se manifiesta la divinidad. Hay que buscar la mejor relación entre los cuerpos, para construir un mundo mejor, un mundo donde todos los cuerpos puedan vivir juntos en dignidad.
También debemos desarrollar una Teología Pluridimensional. Este tipo de teología debe percibir la presencia de Dios en varias dimensiones con respecto a la naturaleza humana, el cosmos, y en última instancia el universo todo. Es una teología abierta a aquello que es gratuito, imprevisible; está abierta a la poesía, al misterio, a lo sagrado, a la irrupción de lo trascendental que puede percibirse dentro de los límites humanos.
Por último, y no menos importante, existe una Teología de las Relaciones, que habrá de reemplazar los modelos jerárquicos de dependencia, por otros en que cada cual encuentre su lugar al lado de la otra, del otro, de él o ella, alguien similar y al mismo tiempo diferente. Se trata pues de una relación ética más bien que de carácter ontológico.
La hermenéutica bíblica desde la perspectiva de la mujer
Para las mujeres resulta fundamental tomar conciencia de que muchos textos en la Biblia no son normativos sino circunstanciales. Un texto patriarcal, discriminatorio de la mujer, no puede ser normativo porque va contra el espíritu de liberación contenido en el evangelio.
Tampoco pueden ser normativos aquellos aspectos de la tradición cultural y social que repercuten como opresión sobre aquellas que abordan el texto.
La revelación de Dios es la buena nueva de Dios, y por tanto es concreta, es dinámica y cambiante. No se limita al texto sino al encuentro de la palabra liberadora de Dios que toma lugar en la historia diaria de las comunidades, y los diferentes pueblos con sus culturas y tradiciones religiosas. De ahí la importancia de distinguir en la revelación contextualizada, cuáles elementos son particulares al contexto original del texto, y cuales elementos expresan principios que son válidos para otros contextos también.
La revelación divina pues, se manifiesta en la recreación del texto como resultado del encuentro liberador entre los cuerpos del texto y el cuerpo de los lectores y lectoras.
En la historia real, el cuerpo ha sido el mayor espacio de opresión y apropiación de la mujer, la violación, la agresión, el rechazo, el abuso, la manipulación. La vida y la muerte se manifiestan a través de los cuerpos. Es necesario que consideremos el cuerpo como una categoría hermenéutica si deseamos llevar a cabo una lectura de las Escrituras desde la perspectiva de la teología feminista en Cuba.
Desarrollo de una cultura contra la violencia.
El programa para eliminar la violencia, organizado por el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias en Johannesburgo, África del Sur, en enero de 1994, ha estimulado movimientos entre las Iglesias miembros y grupos relacionados con el movimiento ecuménico alrededor del mundo.
La no violencia es un modo de vida y un sistema de cambio personal, social e internacional basado en la fuerza de la verdad y el poder del amor para vencer el mal, alcanzar la justicia y lograr la reconciliación.
La matanza de las mujeres en Ciudad Juárez, Guatemala, y muchos otros lugares de nuestro planeta, es algo intolerable e inadmisible.
La violencia es una experiencia que une a las mujeres de todas las regiones y tradiciones.
Necesidad de la reflexión teológica sobre la cristología.
Enfatizar la necesidad de la reflexión teológica sobre la salvación y el sacrificio.
Es necesaria la comprensión de que hay que crear nuevas imágenes de lo sagrado y recrear los símbolos.
No podemos continuar glorificando el sufrimiento en un continente de personas empobrecidas, explotadas, en tierras subdesarrolladas.
En nuestra reflexión teológica sobre la cristología hay que recrear el cuadro de la cruz a la luz de nuestro contexto y destacar el sufrimiento de las madres por la pérdida de un hijo o hija inocente, y la compañía de las amigas en gestos solidarios acompañándolas en su dolor.
En una visita a Bogotá, donde pude apreciar las víctimas de la militarización en Colombia, la mayor parte mujeres y jóvenes. Comunidades enteras destruidas por los paramilitares y el ejército. Los rostros de esas víctimas acompañaron nuestra liturgia cada día.
La inclusión de las personas con discapacidad es vital para la vida y obra de las congregaciones y la sociedad. No podemos esperar que esto suceda sin un trabajo continuo de nuestra parte. El análisis de género, a partir de la teología feminista en Cuba, ha de incluirles constantemente, y la reflexión para los caminos futuros de organización tiene que contar con su participación a todos los niveles: locales, nacionales e incluso internacionales.
Conclusión
La entrada de la mujer en el dominio de la teología trae consigo un nuevo método, una nueva forma de concebir y expresar una teología que alcanza ya más de dos mil años de existencia. Al introducirse en el campo de la reflexión teológica con sus concepciones específicas y diferentes en torno a la corporeidad, la mujer abre un caudal de mensajes nuevos e innovadores, creativos y fecundos, en los que la vida misma encuentra espacio y protección. Las mujeres están revolucionando el rigor y el sistema del método teológico mediante la teología feminista en Cuba.
Su irrupción actual en el mundo teológico racional masculino del pasado resulta tan desconcertante y nueva como la de aquella mujer que con su presencia y con su perfume, según el evangelio de Juan (12:1-8) irrumpió en una cena que trascurría de acuerdo con las normas rituales y cánones del judaísmo.
Profundizar en este tema puede llevarte a entender lo que hemos denominado como: Teología de la Ternura.
Sorprendiendo las expectativas, rompiendo las regulaciones, y siguiendo los impulsos del deseo que desbordaba su corazón, la mujer llenó aquel ámbito de una nueva esencia, que nadie pudo menos que percibir, como tampoco se deja de percibir el preponderante papel de la mujer cubana en la sociedad y su capacidad para asumir grandes desafíos.
Deseo terminar con unas palabras de María Pilar Aquino:
«La teología de la liberación feminista que las mujeres desarrollan en la actualidad reclaman para así el logro de la recuperación de la antiquísima complicidad existente entre las mujeres, la tierra, y la vida. Como que la vida es un don divino, la tarea teológica que asume la lucha por la vida, se entiende igualmente como un don del espíritu, puesto al servicio de la trayectoria de liberación de las mujeres hacia un cabal cumplimiento corporal, psicológico, histórico y espiritual.
Con esta lucha las mujeres están proclamando que quienquiera que las haya crucificado, quienquiera que haya tomado la vida de los pobres y los oprimidos, y quienquiera que rija los destinos del mundo, no tiene la última palabra. Su fe les dice que la justicia prevalecerá.”1
- Maria Pilar Aquino, “Perspectives on a Latin’s Feminist Liberation Theology”, en Frontiers of Hispanic Theology, in U.S.A. Allan Figueroa, eck, Orbis, N.Y., 1992, pp. 37-38. ↩︎